Goya vive, la lucha sigue. Carla Cañellas en la Sala i_10 del Centro Joaquín Roncal de la Fundación CAI en Zaragoza del 18 de abril al 8 de junio.
虎穴に入らずんば虎子を得ず
Koketsu ni irazunba koji wo ezu
“No se consigue un cachorro de tigre sin entrar en su cueva”
Como se puede inferir de este proverbio japonés, en esta exposición la artista Carla Cañellas (Valencia, 1982), nos invita a reflexionar sobre los riesgos que siempre han afrontado aquellos que luchan por la defensa de la libertad de expresión.
Históricamente los artistas han buscado diferentes recursos para plantear temas de su contemporaneidad, pero si alguien fue el pionero en tratar aquellas situaciones que podían resultar incómodas y, sobre todo, aquellas que estaban sometidas a la censura fue Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828). Éste, a través de sus trabajos, ejerció de cronista, analizando la situación del país. Una España, donde diferentes grupos culturales con necesidades de ascensión social, entraban en pugna con las estructuras más reaccionarias, artífices del estancamiento nacional. La actitud de Goya comportaba así ciertos riesgos, ya que estaba vigilado por la Inquisición, institución denostada por los ilustrados –circuito en el que estaba integrado el artista maño–, encargada de la represión social. La sátira, el carácter irónico del artista maño, fueron fundamentales para que, a modo de reportero de la época, denunciase las situaciones de injusticia y pauperización que vivía el país.
Cañellas, reinterpreta en clave de crítica sociopolítica contemporánea obras magnas de Goya como: “Los Caprichos” y “Los Desastres de la Guerra” o los “Cartones para tapices para las Estancias Reales”. No obstante, lo primero que advertimos al prestar atención a los trabajos de la artista, es una mezcolanza de los personajes de Goya con otros muy reconocidos del manga y de la animación nipona, concretamente de Dragon Ball.[1] Hablamos de una de las series más exitosas del País del Sol Naciente en el extranjero. Seguramente, en nuestro pensamiento, ya se ha manifestado una melodía: ¡luz, fuego, destrucción, el mundo puede ser una ruina…! Sin embargo, por catastrófica que pueda parecer esta estrofa, probablemente y de forma paralela, hayamos asociado este recuerdo a la fuerza, a la superación, a acontecimientos divertidos o a asumptos jocosos.[2] Concretamente la autora hace uso de los personajes de esta serie japonesa, diseñados por Toriyama Akira (Nagoya, 1955 – 2024), para de forma alegórica ver cómo se generan las ficciones.
Carla Cañellas fusiona en sus trabajos ambos referentes, a través de la técnica conocida como suibokuga (水墨画) o sumi-e (墨絵), el arte japonés de la pintura a la tinta. Las imágenes de la animación japonesa de las décadas de los ochenta y noventa suelen ocupar el plano principal. El trazo sublime a tinta china sobre papel washi (和紙) esconde diferentes capas de realidad en las que poco a poco vamos vislumbrando la influencia del pintor aragonés. Las ya mencionadas obras magnas de Goya son reinterpretadas por la artista en clave de crítica sociopolítica contemporánea, emulando la composición y las características formales de estos trabajos. Asimismo, la elección de los diferentes soportes no es baladí, dado que cada uno de ellos incrementa el concepto tratado en cada obra. Es por ello por lo que encontramos desde: periódicos, nuestros “cartones” o anuncios actuales; partes sanitarios de “quejas y reclamaciones” que han sido desechados para evitar la opinión pública; cartones de bingo y boletos de lotería, símbolo del azar y de las injusticias sociales; o telas para los cojines que amortiguan estos golpes.
Cabe decir que Goya, acompañó sus imágenes de textos cortos, coincidiendo con esa misma espontaneidad que caracteriza al proverbio japonés con el que dan comienzo estas líneas. La protagonista de esta muestra, hace uso de frases breves; tanto de aquellas que surgen de la reflexión sobre el trasfondo de la situación actual, como de aquellas directrices que daban a Goya para la confección de la obra o de las propias conclusiones que sacaba el maestro. Estas últimas aparecen en los grabados del autor maño que acompañan la muestra.[3]
El juicio pictórico realizado por el autor aragonés a la Inquisición, las formas en las que ejercían el poder las élites o la realeza, o las diferentes alusiones a diversas problemáticas sociales y al peso de la tradición, encuentran solución de continuidad en la interpretación de la artista sobre situaciones actuales en donde ponen de manifiesto las diferentes tensiones relacionales a la hora de ejercer el poder. Así pues, en la espiral del “eterno retorno” de la historia, se conectan las incongruencias e injusticias del pasado con su pervivencia en el presente, en la que los marcos jurídicos intentan reprimir la libertad de expresión individual. Casi doscientos años después de su muerte, Goya vive, la lucha sigue.
Comisarios de la exposición Dr. Mario Malo y Dra. Alejandra Rodríguez
[1] Dragon Ball (ドラゴンボール) se publicó en la revista Shōnen Jump de la editorial japonesa Shūeisha, entre los años 1984 y 1995.
[2] “Asumptos jocosos” parte de la expresión “Asumptos de cosas campestres y jocosas” utilizada por Carlos IV (Portici, 1748 – Nápoles, 1819) para solicitar obra para las estancias reales, concretamente un encargo de siete cartones para tapices realizados entre 1971 y 1972. Dicha información puede consultarse en la página web: https://www.museodelprado.es
[3] Los grabados de las series de “Los Caprichos” (un total de ocho) y “Los Desastres de la Guerra” (un total de cinco) son facsímiles cedidos para esta exposición por la Colección de la Fundación Caja de la Inmaculada, quien atesora los originales.