Del 26 de febrero al 22 de abril de 2025 Sala Jusepe Leonardo de la UNED de Calatayud y del 30 de abril al 30 de mayo de 2025 en la Sala de Ejea de los Caballeros, UNED de Calatayud.
Locus Amoenus es la combinación de un sustantivo y un adjetivo, ambos del latín, utilizados desde la Antigüedad para referirse a un entorno natural idealizado. Desde entonces, poetas como Teócrito (310 – 260, a.C.) con Idilios, Virgilio (70 – 19 a.C.), con Bucólicas u Horacio (65 – 8 a.C.) con Odas, hicieron uso de esta noción que fue evolucionando a lo largo de la historia y tomando diferentes matices. Pero, si alguien hizo llegar este tópico literario a la Edad Moderna, fue Francesco Petrarca (1304 – 1374) con sus canciones y sonetos. En el caso español, podemos destacar a Garcilaso de la Vega (1498 – 1536) como introductor del mismo a través de sus Églogas o posteriormente a Luis de Góngora (1561- 1627), creador de la corriente literaria del Barroco español conocida como el del Culteranismo; que tenía como fin acentuar la expresión y por ende, lo que comprende esta idea y, a menudo haciendo referencias a la mitología clásica. Podríamos decir que, este último y su manera de componer, es un buen punto de partida para comprender el proyecto expositivo del artista Daniel Vera (Barbastro, 1995), pero, en este caso, trasladado a otras disciplinas como son las artes plásticas.
Por ello, el punto de partida del autor es el mito del rapto de Perséfone, hija de Zeus dios del Olimpo y Démeter diosa de la agricultura: Hades, señor del inframundo, a quien encontramos en una fingida hornacina junto a Cerbero (su perro de tres cabezas), raptó a la joven Perséfone. Démeter, quien aparece en la otra cavidad, tras conocer la noticia emprendió la búsqueda de su hija, dejando de lado sus obligaciones divinas como eran el cultivo de la tierra, lo que produjo grandes hambrunas. Por esta razón, Zeus se vio obligado a intervenir y pidió a Hades que liberase a la joven. El dios del inframundo accedió, pero antes le ofreció a Perséfone probar los granos de la granada, fruto que simboliza, entre otras cosas, la unión o el matrimonio. La joven accedió y de esta manera cayó en la trampa de Hades. Finalmente, los dioses llegaron a un acuerdo y decidieron que la joven pasase seis meses con su madre, aquellos que corresponden a la primera mitad del año, y los otros seis restantes con el que se había convertido en su esposo. Este mito dio origen a la explicación de las cuatro estaciones, siendo muy claras cuáles eran aquellas en las que la diosa de los cultivos se encontraba feliz junto a su hija (primavera y verano) y cuáles en las que se entristecía (otoño e invierno).
Jugando con las estaciones, Daniel Vera propone varias piezas en las que podemos adentrarnos en las diferentes épocas del año con el interés de llamar la atención sobre la singularidad de estos paisajes en aquellos momentos en los que son menos visitados,
menos conocidos. Aragón es conocido por sus Parques Nacionales, Monumentos Naturales, paisajes y reservas que, a lo largo de la historia han sido retratados o fuentes de inspiración de grandes artistas. Del mismo modo, Daniel Vera parte de éstos para ensalzar la belleza que le ha rodeado todos estos años. Aún así, no se trata de una simple alusión a los mismos, con todas las maravillas que éstos atesoran, sino que los eleva a esos locus amoenus mediante sus sensaciones y experiencias vividas, pero también a través del nuevo imaginario aportado por la tecnología. Y es que, recordemos que este género dentro del paisaje ofrece descripciones de la naturaleza ficcionadas, utópicas, irreales e imaginadas aunque partiendo de una base real. Para ello, el montisonense hace uso de la inteligencia artificial, pero el resultado final lo ejecuta a través de la pintura. Asimismo, incluye intrusos formales que nos alertan y, a su vez nos cautivan, una constante en el trabajo de Daniel Vera: elementos que, aunque no lo parezcan, pertenecen a nuestra cotidianeidad y hemos asimilado, pero, mostrados de esta manera parecen disonantes. Formas que nos incitan a traspasar los límites y comenzar un viaje por estos parajes, su historia y sus tradiciones.
menos conocidos. Aragón es conocido por sus Parques Nacionales, Monumentos Naturales, paisajes y reservas que, a lo largo de la historia han sido retratados o fuentes de inspiración de grandes artistas. Del mismo modo, Daniel Vera parte de éstos para ensalzar la belleza que le ha rodeado todos estos años. Aún así, no se trata de una simple alusión a los mismos, con todas las maravillas que éstos atesoran, sino que los eleva a esos locus amoenus mediante sus sensaciones y experiencias vividas, pero también a través del nuevo imaginario aportado por la tecnología. Y es que, recordemos que este género dentro del paisaje ofrece descripciones de la naturaleza ficcionadas, utópicas, irreales e imaginadas aunque partiendo de una base real. Para ello, el montisonense hace uso de la inteligencia artificial, pero el resultado final lo ejecuta a través de la pintura. Asimismo, incluye intrusos formales que nos alertan y, a su vez nos cautivan, una constante en el trabajo de Daniel Vera: elementos que, aunque no lo parezcan, pertenecen a nuestra cotidianeidad y hemos asimilado, pero, mostrados de esta manera parecen disonantes. Formas que nos incitan a traspasar los límites y comenzar un viaje por estos parajes, su historia y sus tradiciones.
En definitiva, una oportunidad para explorar la geodiversidad y grandiosidad del patrimonio natural aragonés, a través de una visión contemporánea que conecta con distintas generaciones y que queda reflejada en: Pirineos, Sierra de Guara, Monegros, Monasterio de Piedra, Moncayo, Parrizal de Beceite y Ramblas.
Comisaria Dra. Alejandra Rodríguez Cunchillos
Organiza: UNED de Calatayud